Cartas al director

Globalización

Este mundo globalizado quiere personas iguales, competitivas y productivas, igualmente hipotecadas y tristes. No hay sitio para la genialidad que es individual e intrínseca, no hay sitio para concebir la vida de una manera diferente; no hay sitio para la espontaneidad ni para el disfrute. No hay tiempo para la felicidad.

Hay personas que emanan luz propia y en lugar de aprovechar ese brillo para seguir el camino, consciente o inconscientemente eclipsamos esos destellos con envidia y miedo. Estas actitudes destructivas que nos dominan, demuestran nuestro temor y cobardía. A pesar de la fortaleza para sobrevivir en un mundo hostil, somos vulnerables.

A los dueños del mundo no les interesa formar una sociedad de personas libres y seguras de sí mismas, prefieren seres dóciles y temerosos susceptibles de control; si están enfermos mejor, así no piensan y la ciencia puede seguir experimentando y produciendo.

En las escuelas deberían enseñarnos a manejar nuestras emociones, a enfrentarnos al miedo, a cumplir los sueños y a ser personas libres y empoderadas. Ese día llegará.