Dice Manuel Vicent que “a fin de cuentas, la vida no consiste sino en ir tirando del cuerpo hacia la nada”. Un “tirar para adelante” que interpretamos como el modo de proceder, en su enfrentamiento, un Clavijo condenado al descenso y un COB que va a acabar como la temporada anterior.
Entonces, con una atinada segunda vuelta y ahora con la suficiente solvencia como para liderar el segundo pelotón, pero, en ambos casos, con la sensación de estar cerca... pero también lo suficientemente lejos.
De tal disputa, no era de esperar mayores alardes, sabiéndose unos vencedores y los otros vencidos, siendo el marcador final justo con quien mostró mayor capacidad ofensiva. Un COB más serio, responsabilizado, como lo es el liderazgo, oficio y altísimo sentido del deber de Mindaugas Kacinas -parafraseando a Steve Kerr en su apuesta por la continuidad de Thompson en Warriors: “Sé que hablo por todos: queremos que continúe”-. ¡Ojala!
No trascendental, pero sí significativo el triunfo de un COB que acabará la liga en el Pazo
El COB mostró, en lo que cabe y defensa aparte, una versión seria y, pese algún altibajo, el ánimo suficiente para superar a un descolgado Clavijo. Suficientes los buenos números de Kacinas, su rebeldía, una vez más, tiró de los suyos; Gill, energía renovable, que si recibe “arriba” las “mete” y Samu Rodríguez, para ganar un partido que se mantuvo igualado, en mayo o menor medida, a tenor del acierto en ataque de ambos equipos. Lo que tiene su mérito, más cuando alguno de los que debía liderar este apartado del juego ni estaba ni se le esperaba.
No es trascendental, ni siquiera importante, el triunfo ourensano, pero sí significativo, porque cualquier aficionado espera de su equipo que salga a la cancha concentrado, con un buen guion y el ánimo necesario para sumar el triunfo. No abandonar, es lo mínimo que se le puede exigir al conjunto ourensano y eso fue lo que hizo, como atinado preámbulo a lo que será el cierre de la temporada ante Gipuzkoa el próximo viernes en el Pazo.
