Opinión

Un mero trámite

Lo del Pesegá no fue un congreso propiamente dicho. Ni siquiera un minicongreso o un congreso exprés de apenas unas horas. No estuvo precedido del proceso previo de debate interno y de elección de delegados que antecede a una cita congresual de las de verdad. Fue un mero trámite para proclamar, más que aclamar, a José Ramón Gómez Besteiro como nuevo secretario general del PSOE gallego. Solo para eso sirvió el cónclave de Santiago y, naturalmente, para enviar el preceptivo mensaje de apoyo unánime de los militantes socialistas de Galicia a Pedro Sánchez, que por aquello del periodo de reflexión y de interrupción de la agenda pública, no acudió como estaba previsto a Santiago a la clausura y por tanto no pudo arropar a su amigo Besteiro, a la persona por la que apostó decididamente desde que le nombró fugaz delegado del Gobierno hasta que promovió y respaldó su candidatura a la presidencia de la Xunta, pasando por asegurarle un escaño y la presidencia de una comisión en el Congreso de los Diputados.

Un congreso de verdad es el que se celebrará de aquí a un año, más o menos, que es cuando toca el ordinario, que ha de ser uno de esos congresos de por lo menos dos días de discusión de ideas, programas, estrategias y que concluirá con la elección de una nueva comisión ejecutiva (o ratificación de la actual), previo proceso de primarias, que es como está estatutariamente establecido. Antes, en otoño, habrá una conferencia política, para darle verdadero contenido -letra pequeña incluida- a la genérica idea, enunciada por Besteiro, de un PSdeG socialdemócrata con “identidad propia” y “autonomía de acción”, un partido galleguista y europeísta, tratando de entroncar con la línea de aquella última vez en que los socialistas gallegos articularon un exitoso proyecto en clave gallega. Fue la etapa de Emilio Pérez Touriño y los condujo hasta la Presidencia de la Xunta.

Por tanto, el que ha configurado Besteiro es poco menos que un equipo provisional. O más bien transitorio. Sus propios integrantes lo reconocen. Se trata de una ejecutiva de cuarenta miembros, paritaria y con un amplio -aunque no unánime- respaldo de una militancia socialista, en la que, sin embargo, se mantienen vivas las divergencias entre las distintas sensibilidades o familias ideológicas. Nadie duda que esa división volverá a manifestarse de forma nítida en cuanto la ocasión lo propicie. En la nueva dirección ya no están ni Valentín González Formoso ni José Manuel Lage Tuñas. Desaparece el tándem, al final mal avenido, que dirigió el PSdeG en esta etapa declinante, de pronunciada cuesta abajo que situó al partido al borde del abismo. Besteiro ha introducido en el puente de mando una fórmula novedosa con la creación de una bicefalia en el área de organización, con un titular, el veterano lugués Luis Ángel Lago Lage, y una secretaria adjunta, Ana Pena, concejala de As Pontes, y por tanto formosista.

A pesar de que la parroquia socialista está desencantada y sigue cundiendo el pesimismo, a Besteiro se le ve motivado por el reto al que se enfrenta. A quienes le apoyan les ha pedido tiempo y un margen de confianza para iniciar la remontada en la que él cree, aun siendo consciente de que las bases están de capa caída, sobre todo por el tremendo varapalo de las autonómicas y de que el Bloque va a hacer lo imposible para retener los apoyos prestados por la clientela habitual del PSdeG. Que no lo tendrá nada fácil, a pesar de contar con el aval de Moncloa y Ferraz. Lo que quiere Besteiro es tener una nueva oportunidad de demostrar su valía. Aspira legítimamente a repetir como candidato a presidir la Xunta aunque sólo sea para mejorar resultados. A ver si a la segunda va la vencida. Porque tercera bien sabe que no habrá.

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