Opinión

El imborrable recuerdo de Fernando Gabelo y su amor al teatro en Ourense

Una reunión del grupo Valle Inclán alrededor de una surtida mesa. Gabelo, a la derecha.
photo_camera Una reunión del grupo Valle Inclán alrededor de una surtida mesa. Gabelo, a la derecha.
Decía de sí mismo, dentro del grupo, que “era Fernando el joven”, por cuanto yo era el viejo y él un muchacho que empezaba

Desde que nos dejó hace tres años, Fernando Gabelo ha dejado una huella imborrable en muchos sentidos, pero especialmente como nexo de unión de los supervivientes que vamos quedando del grupo de “Teatro Valle Inclán”, que cada vez somos menos. El encabezaba y animaba un hermoso proyecto, aparte de ser el organizador de nuestros periódicos encuentros. Yo compartí con él la idea de montar una función evocadora en teatro leído, en la que representáramos una serie de fragmentos de las obras que fueron los grandes éxitos de nuestro tiempo desde Anouilh a Chéjov, desde Valle Inclán a Mishima, desde Hichwälder a Casona, desde López Cid a Cervantes y otros muchos. Cariñoso con todos era una persona de enorme sensibilidad e inquietudes culturales. Decía de sí mismo, dentro del grupo, que “Era Fernando el joven”, por cuanto yo era el viejo y él un muchacho que empezaba frente a los veteranos.

Mejor que mis palabras es recordar el precioso artículo que le dedicó Francisca Castro sobre su amor a la interpretación en el que decía: “El día que llegó Fernando al grupo, Alvarado le dijo: “Siéntate ahí, y mira cómo lo hacen los demás”. Él observó a sus compañeros: Abelardo Pérez Gabriel, Manolo Vidal, Fernando Ramos, Marisa Calvo, Milucha Rodríguez, Alberto Fernández, y un sinfín de nombres. Fernando se fue a Madrid como modelo publicitario, y Alvarado le ayudó a preparar la prueba de acceso a la Real Escuela Superior de Arte Dramático y Danza, la única que había en España en aquella época. Estuvo en Madrid dos años, teniendo que abandonar la preparación de su gran vocación cuando su padre se puso muy enfermo y tuvo que venir a cuidarlo. Luego pasó al grupo “Histrión 70”, cuyo director era José Manuel Blanco Gil. Allí estaban Marisa Calvo, Abelardo Pérez Gabriel, Eduardo Rego, Dorado, Menchu, Mª José, Manolo Núñez...”. (Por cierto, que Abelardo Pérez Gabriel es de la segunda etapa, no de la primera donde estábamos Dora Espinar, Marisa Calvo, Manolo Vidal, Alberto Fernández, Rafael Huete, José Manuel Blanco, Vicente Losada, Miguel Angel Gómez, Mariluz García. Manolo Sampayo y yo mismo). En esos años, el grupo ourensano era invitado a Festivales de España y al Certamen de Teatro Clásico de Málaga, además de ganar los certámenes de teatro juvenil que se celebraban en el país Luego, jóvenes aficionados fueron cubriendo las filas de los que fuimos dejando los veteranos que nos íbamos retirando. Y entre ellos, el más destacado era Fernando Gabelo. 

Yo ya andaba entonces empezando mi carrera en la radio y en la prensa. Estuve en el Teatro Juvenil, luego “Valle Inclán”, entre 1965 y 1967, con una ligera colaboración antes de irme para Vigo, con una obra de Cunqueiro en 1972. Fernando Gabelo era uno de los más fieles y leales discípulos de Alvarado, cosa que no se puede decir de otros. Luego pasaría por el grupo “Palabra viva” con Marisa Calvo, Elisa Feijóo, Milucha Rodríguez, Marilluz Villar y Carlos García-Manzano. Gabelo era un gran recitador de verso clásico, como correspondía a un gran actor de teatro. Yo recuerdo como un rapacito que venía por nuestro local de ensayo con enorme interés y casi devoción por los mayores. Poco a poco asimiló, mejor que muchos de nosotros, las enseñanzas de Alvarado, sobre todo el método Stanislavski que ha sido y es la biblia de la interpretación.

Pudo haber hecho carrera como modelo en España. Portugal e Italia, pero la empresa de su padre tiró de él. Puede decirse que Ourense le quedaba pequeño por su formación y talento. Era un hervidero de ideas e inquietudes, cristalizadas en la Fundación “Sólo Teatro”. Me cupo el honor de presentarlo en Vigo cuando puso en escena la obra “Sólo”, una pieza compleja, llena de matices para un actor que él manejaba con enorme maestría con la que recorriera España tras su estreno en Ourense el 19 de septiembre de 2014. Hasta su fallecimiento siempre estuvo muy próximo a Alvarado, a quien, quería especialmente. Mientras que los demás éramos más o menos aficionados, él se trazó con sentido profesional hacer teatro, En ese sentido, los que sobrevivimos de aquel tiempo tenemos pendiente rendirle un homenaje que no debe esperar más. Vamos a ver si somos capaces de hacerlo porque realmente se lo merece. Y sobre todo porque notamos su ausencia en nuestra propia vida cotidiana, llena de entusiasmo, de ideas, de proyectos. 

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