Opinión

"Boinas verdes" en Ponte Freixo

Imagen de soldados publicada en la revista Atalaya, revista de la VIII Región Militar., n.º 2, del año 1965.
photo_camera Imagen de soldados publicada en la revista Atalaya, revista de la VIII Región Militar., n.º 2, del año 1965.

Este año se conmemora en Ourense el 80 aniversario de la llegada del regimiento de infantería Zamora n.º 8 al cuartel de San Francisco, donde estuvo de guarnición durante 43 años. Pues bien, de este regimiento dependía una Compañía de Operaciones Especiales, conocida como la COE 81 “Viriato”, que, por cierto, fue una de las primeras unidades de “boinas verdes” creadas en España, en 1962.

Esta unidad “guerrillera”, que tenía su cuartel en O Cumial, solía desplazarse por varias zonas montañosas de la provincia para hacer adiestramiento. Uno de esos sitios, conocido y querido por todos los soldados, era el lugar de Ponte Freixo, localizado entre Celanova y Cartelle. Algunos vecinos aún recuerdan a los soldados haciendo instrucción, acudiendo a misa los domingos o jugando con los chiquillos. Solían venir una o dos veces al año y acampaban en las inmediaciones del río. Según cuentan, en una ocasión hizo tan mal tiempo que tuvieron que buscar refugio en las casas o los pajares del pueblo.

El número 2 de la revista militar Atalaya, correspondiente a octubre de 1965, incluye una crónica del cabo primero Balboa titulada “Espíritu de marcha” con las notas de su estadía en Freixo durante un mes de julio, probablemente de ese mismo año. Prietas las filas, los soldados, al mando de su capitán, iniciaron la marcha del Cumial a las 6 de la mañana, llegando a su destino al mediodía. Tras seis horas de marcha, saciaron sus estómagos “con el suculento manjar que el Sargento Sotelo nos tenía preparado en la cocina emplazada en la margen derecha del río Arnoya”.

Los 10 días que estuvieron los soldados por la zona fueron “de actividad constante, se dedicaron al paso de cuerdas de río, hicieron rappel, practicaron la natación, tiro y algunos se pasearon en las balsas cual almirantes, con poder sobre las aguas tranquilas del Arnoya”. Como no todo iba a ser entrenamiento, en sus ratos libres los soldados se relacionaban con el pueblo y “hay quien supone –escribe el cabo Balboa– que prestaron una valiosa ayuda en la trasiega de vinos embodegados”.

El 25 de julio, día de Santiago, se celebró un partido de fútbol entre el “Club Freijo” (se supone que formado por vecinos de la zona) y una selección de soldados, pachanga que remató con empate a unos. “Por la tarde –continúa nuestro cronista militar– se organizó una alegre fiesta amenizada por nuestra afamada orquestina y fue ahí cuando intervinieron con todas sus fuerzas nuestros esforzados y vigorosos muchachos. Más de un corazón ha quedado destrozado en aquellos parajes de ensueño que hacían inspirar al más duro Don Juan”.

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