Opinión

La jugada del PP en Castilla y León

Alfonso Fernández Mañueco tenía la mosca detrás de la oreja desde el verano. No desde el mes de marzo, cuando la diputada regional del PP María Montero, de Ciudadanos, abandonó su grupo parlamentario para sumarse al grupo de los No Adscritos. Pero en julio y agosto los rumores sobre conversaciones de Ciudadanos con Por Ávila eran un clamor en Valladolid, sede del gobierno y las Cortes regionales y centro de vida política castellano y leonesa.

En septiembre, al presidente Mañueco, metido de lleno en la tarea de buscar apoyo para sus Presupuestos, para los que Por Ávila pensaba presentar varias enmiendas, le llegan noticias de una reunión de miembros de esa formación abulense con miembros destacados de Ciudadanos, entre ellos el propio Igea, vicepresidente del gobierno de Mañueco. Ese rumor, que le confirmaban al presidente por todas partes, provocó un nuevo escenario de relaciones entre PP y Ciudadanos, entre Mañueco e Igea y entre parlamentarios del PP y parlamentarios de Ciudadanos. El cambio de rumbo estaba decidido.

Fernández Mañueco sin embargo quería cargarse más de razón antes de dar el paso que adivinaba necesario: romper el gobierno de coalición y convocar elecciones. Tenía que abortar lo que adivinaba y temía: un acuerdo entre PSOE y Ciudadanos para presentarle una moción de censura. O, cuando menos, para tumbarle los Presupuestos.

Tenía dudas. Creía en la lealtad de algunos de sus consejeros de Ciudadanos, pero por otra parte sabía, como todo el mundo, que las relaciones entre los miembros de Ciudadanos de Castilla y León no eran sólidas.

LA DIVISIÓN EN CS

La decisión de Igea de presentarse a las primarias para la presidencia del partido tras la dimisión de Ciudadanos había provocado una profunda división interna porque, como en otros puntos de España, miembros destacados del partido consideraban que Inés Arrimadas no mantenía la línea marcada por Rivera. Es más, era un secreto a voces que las relaciones entre la nueva presidenta nacional y su antiguo adversario en las primarias no eran tan cercanas como hacían ver, y era un secreto a voces también que el vicepresidente del gobierno regional tomaba decisiones de alcance regional que no consultaba con la dirección nacional.

MOTIVOS PARA LA DESCONFIANZA

Las cosas por tanto se estaban desarrollando en un clima creciente de desconfianza, aunque los miembros de Ciudadanos siempre declaraban su lealtad a Mañueco y al partido con el que formaban gobierno de coalición. Sin embargo había datos significativos que incrementaban la sensación de que tanto en Ciudadanos como en el PP se estaban produciendo movimientos que hacían sospechar a unos y a otros sobre la debilidad de la alianza entre los dos partidos. Cargos de Ciudadanos hacían ostensible a compañeros del PP su cercanía a Génova, hasta el punto de que actuaban en algunos momentos como si fueran miembros del PP y acudían a sus actos. Por otra parte, sobre todo en Salamanca, había movimientos de acercamiento de dirigentes de Cs hacia el PSOE, presumiendo que ante el declive creciente de su partido podían quedarse sin sus cargos institucionales. Mañueco sin embargo no daba señales de que tuviera en mente el adelanto electoral, a pesar de las voces de alerta.

Dirigentes de su partido le insinuaban que no se fiara excesivamente de la supuesta lealtad de Ciudadanos, diciéndoles que en Murcia, “cinco minutos antes de presentar la moción de censura”, aseguraban que no era cierto que tuvieran un acuerdo con el PSOE para presentarla. Hay que recordar que esa moción murciana fue lo que provocó que Isabel Díaz Ayuso convocara de inmediato a su gobierno para anunciarles la disolución del parlamento y convocar elecciones en Madrid. Desde Ciudadanos se negó por activa y por pasiva que estuviera en su ánimo presentar esa moción con el PSOE, aunque posteriormente se conocieron datos incuestionables en ese sentido.

Mañueco seguía dudando, hasta que se produjo un hecho que se puede considerar el detonante que le llevó a tomar la decisión de adelantar: una parlamentaria de Ciudadanos dijo que su partido apoyaría las enmiendas de la formación Por Ávila a los Presupuestos. Estaba mostrando a Mañueco el fondo de la operación: acuerdo PSOE, Cs y Por Ávila para tumbar los presupuestos, que evidentemente no se quedaría solo ahí. Alfonso Fernández Mañueco decretó entonces el cese de todos los consejeros de Ciudadanos y anunció la disolución del parlamento y la fecha de elecciones, el 13 de marzo.

CADA UNO A SU AIRE

Francisco Igea negó la intención de presentar una moción de censura con el PSOE y Por Ávila, y en todas sus declaraciones acusó al PP de deslealtad y no tener palabra. Igual que una decepcionada Inés Arrimadas, que también se sumó a esas acusaciones. En el PP aseguran que Francisco Igea sí estaba en la operación de derrotar al gobierno del PP, gobierno del que formaba parte y, creen en el PP, pretendía cambiar por una coalición de Ciudadanos con el PSOE en el nuevo gobierno. También creen que Arrimadas no conocía la operación en la que estaba Igea con el PSOE castellano y leonés. La verdad solo la conocen el propio Igea y el líder socialista regional Luis Tudanca, aunque al PP se han acercado personas de Ciudadanos para reconocerles, ahora, que efectivamente estaba en marcha una moción de censura. O que “algo habían oído” sobre reuniones de miembros de su partido con miembros del Psoe, pero sin muchos más datos sobre lo que se discutía o decidía en esos encuentro.

Socialistas y dirigentes de Ciudadanos acusan a Fernández Mañueco de seguir las instrucciones emanadas de Génova, de la dirección nacional. Lo que niega de forma tajante el PP, tanto miembros de la dirección nacional como regional. Sí es cierto que Mañueco había alertado a Pablo Casado desde hacía semanas sobre las noticias relacionadas con un acercamiento de Ciudadanos al PSOE con vistas a una moción de censura, y también es cierto que, antes de cesar a los consejeros de Ciudadanos y anunciar el adelanto electoral, se lo comunicó a Pablo Casado y a Teodoro García Egea, pero en los dos lados aseguran que en ningún caso hubo presión a Fernández Mañueco, o acoso, para que convocara elecciones.

¿Futuro? Los sondeos que maneja el PP coinciden con los que publican varios medios de comunicación. El PP crece considerablemente en relación a los resultados anteriores y ganaría las elecciones -PSOE tenía 35 escaños, PP 29, 12 CDS y 5 el Grupo Mixto- pero no alcanza la mayoría absoluta. Tendría que alcanzar algún tipo de acuerdo con Vox, fuerza creciente porque partía de muy poco, un procurador, y podría llegar hasta 5 o 6 procuradores, como se denomina en esa región a los parlamentarios autonómicos.

El PP no se plantea la posibilidad de que en el caso de que Mañueco pueda repetir mandato se vea obligado a contar con consejeros de Vox. Creen que a Vox no le interesa entre otras razones porque apenas tiene presencia en la región -ni siquiera ha elegido todavía a su candidato- y los diputados nacionales que representan a Castilla y León no tienen vinculación muy profunda con esa tierra.

Pero es adelantar acontecimientos. Ya se hablará de apoyos y coaliciones una vez se conozcan los resultados. Hoy la única certeza es que Mañueco encabeza los sondeos, que Pedro Sánchez se va a volcar para que Tudanca vuelva a ganar, con posibilidad de gobierno… y Pablo Casado también lo hará. Él además es de Palencia y con lazos muy estrechos con Ávila, donde tiene casa y provincia de la que fue diputado en varias legislaturas.

Te puede interesar