Opinión

¿Por qué no a mí?

Hace años en un programa de televisión, una mujer narraba una serie de desgracias familiares. “¿Se habrá usted preguntado por qué a mí?”, le comentaba la periodista. A lo que la señora respondió serena, “No, nunca. Mi pregunta siempre ha sido ¿y por qué no a mí?”. Sin caer en los continuos escenarios catastrofistas que dibuja la ansiedad, tal vez debamos hacernos esta pregunta más a menudo. Sobre todo ante el panorama con el que nos están obligando a convivir.

Pensaban que las medidas anunciadas eran para los otros, fueran quienes fueran esos otros. Error. Todo nos puede pasar.

Pensar que a nosotros no nos va a tocar es, sin duda, el pensamiento más peligroso en el que enterrar la cabeza. Porque las probabilidades de tener que pagar los platos rotos son muy elevadas para los que no tenemos alfombra roja en los bancos. Que se lo pregunten a los votantes de Milei que se ven en la calle o sin tratamientos médicos vitales, por ejemplo. Pensaban que las medidas anunciadas eran para los otros, fueran quienes fueran esos otros. Error.

Todo nos puede pasar. No hay nada que nos haga tan especiales o diferentes que nos sirva como protección. Por eso es tan importante mantener fuertes y cuidados todos los escudos posibles. Por eso hay que vacunarse. Por eso es bueno realizar periódicamente revisiones. Por eso nos abrigamos en invierno y nos hidratamos en verano. Y por eso debemos estar vigilantes sobre todas las instituciones, pilares del sistema que nos mantiene a salvo.

La justicia es una de las vigas maestras que sostienen todo el edificio democrático que hemos construido. Si se cae, nos puede enterrar en los escombros

Una de ellas, sin duda, la justicia. Si ésta falla deliberadamente, nos pone a todos en riesgo. Si conscientemente tergiversa las leyes y cierra los ojos, no como muestra de ser justa, si no para no ver lo que no le conviene, nos empuja a terrenos bien oscuros. Si en su nombre decide situarse por encima de todo y despreciar las normas aprobadas, el problema lo tendremos todos. La justicia es una de las vigas maestras que sostienen todo el edificio democrático que hemos construido. Si se cae, nos puede enterrar en los escombros. Por eso, por cada persona que está intentando derribarla o debilitarla, golpeándola sin descanso, debería haber diez protegiéndola. Porque sin garantías, pocas defensas serán efectivas.

El paraguas social que nos hemos dado es otro importante pilar para mantenernos a salvo

Lo mismo sucede con todas las medidas sociales. Esas que tantos creen no necesitar, hasta que la vida los lleve a ellas. En forma de ayudas a la dependencia, vestidas de comedor escolar, como complemento para una conciliación familiar o en un curso que permita la integración laboral. El paraguas social que nos hemos dado es otro importante pilar para mantenernos a salvo. Pero elegimos pensar que somos parte de la minoría privilegiada que no nos quiere, pero que nos ha convencido para defenderla. Y es que seguimos haciéndonos la pregunta equivocada. Nada nunca les pasa solo a los otros, y menos si dejamos que crezcan grietas peligrosas.

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