Opinión

El burrito descontento

Una vez siendo niño mis padres me compraron, lo recuerdo nítidamente, en el kiosco de la Eudosia (Ourense) un domingo por la mañana después de haber ido a misa en Santo Domingo, un libro de cuentos ilustrado que disfruté primero deleitándome con una “garrapiñada” allí mismo del puestecito de caramelos que había enfrente, y después en los días siguientes seguí releyendo con fruición tal vez porque el libro conservaba el mágico sabor imposible de maní y azúcar caramelizado de aquella soleada mañana.

Ya no sé cómo se titulaba, pero no era un libro de cuentos sino de fábulas clásicas de Esopo o Samaniego adaptadas para críos, con textos breves y bonitos dibujos de colores.

En aquel libro uno de los cuentos llamó poderosamente mi atención. Se titulaba “El burrito descontento”, y contaba la historia de un burrito eternamente disgustado a causa del tránsito de las estaciones. 

El invierno no le gustaba porque encerrado en el establo solo le daban de comer paja seca, así que soñaba con la llegada de la primavera para salir al campo y comer hierba fresca. En primavera efectivamente salía al campo, pero a cambio lo obligaban a cargar con fardos de hierba de aquí para allá, ¡con lo tranquilo que estaba en el establo calentito en invierno sin trabajar!, así que soñaba con la llegada del verano. En verano se moría de calor, así que deseaba el otoño. En otoño su dueño lo hacía transportar grandes y pesadas cargas de grano al molino todos los días, así que el burrito quería que llegara el invierno cuanto antes, para estar tranquilo en el establo sin pesos, trabajos, ni obligaciones, aunque la paja de la que se alimentaba estuviera seca.

Yo también quiero que llegue la primavera, y después el verano, y el otoño, y por fin el invierno... para volver a estar en casa con la calefacción


Moraleja: No te quejes tanto. O dicho por Santa Teresa de Jesús o Truman Capote: “Se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas.”

La queja en nuestro país es históricamente el deporte nacional por excelencia, mucho mejor que el fútbol. Los agricultores se quejan porque no llueve; los hosteleros y turistas porque llueve; los que pasan frío se quejan porque pasan frío, y los que pasan calor porque hace calor; los parados se quejan porque no tienen trabajo, y los que sí lo tienen porque tienen demasiado, y así todos.

Yo también me quejo, pero en mi caso no me quejo por nada en concreto sino simplemente porque sí, lo que creo que al menos tiene un pase.

Ignoro qué satisfacción puede proporcionar a alguien la queja porque a mí cuando me he quejado no me ha proporcionado ninguna. Quizá es que producto de aquellas lecturas infantiles mías, con los años he acabado por ser aquel burrito inconstante e idiota del cuento. 

Yo también quiero que llegue la primavera, y después el verano, y el otoño, y por fin el invierno… para volver a estar en casa con la calefacción, tirado tranquilamente en el sofá, viendo la tele con el mando a distancia en la mano.

Te puede interesar